Cuando se Quita la Oportunidad de Despedirse
Cuando mi abuelo se estaba muriendo, tuve la oportunidad de visitarlo por última vez, besarlo, abrazarlo, decirle que lo amaba y despedirme. Sin embargo, cuando el papá de mi hija murió de repente unos once años después, me di cuenta de que a ella se le había quitado esa misma oportunidad y que, sin ella, el duelo conlleva un dolor añadido por el robo de una despedida final.
Hay muchas injusticias en la vida. Ya es cruel que, siendo jóvenes, algunas personas tengan que enfrentar la muerte de una persona importante, pero es aún más —casi insoportable— no tener ni siquiera la oportunidad de ver a esa persona por última vez. Ya sea a través de una conversación final en una cama de hospital o en un ataúd antes del funeral, hay algo reconfortante en poder despedirse. Sin embargo, hay millones de personas en todo el mundo que viven lejos de sus familias y amigos. También hay muertes inesperadas que ocurren a diario a causa del suicidio, el homicidio, la sobredosis, los incidentes automovilísticos y otras tragedias. Entonces, ¿qué pasa con las personas que no pueden pasar página porque se les ha robado esa oportunidad? ¿Qué herramientas se les pueden dar a niños, niñas y adolescentes que nunca tuvieron una despedida formal con la persona que amaban? ¿Cómo se les puede enseñar a lidiar con el duelo, sentir un poco de paz y seguir adelante?
Primeramente, se necesita tiempo, cuya duración varía de una persona a otra y de una situación a otra. La mente necesita tiempo para procesar lo ocurrido, especialmente después de una muerte inesperada. También es importante entender que procesarla por completo puede tardar años, y, a veces, puede que nunca se entienda del todo. En esas situaciones, es necesario aceptar que no se va a entender todo y tomar pasos para seguir adelante, a pesar de las dudas que permanecerán.
¿Cuáles son algunos pasos que se pueden tomar?
Bueno, yo he visto varios resultados positivos en mi hija con los grupos terapéuticos y los campamentos de duelo. Cuando participó por primera vez en un grupo terapéutico para adolescentes sobrevivientes de suicidio, vi un gran cambio. Por primera vez, experimentó algo reconfortante al saber que había otros adolescentes que también habían perdido a alguien especial (a veces, sí, a un padre como ella) por suicidio. Escuchar sus experiencias e historias le hizo sentirse mucho menos sola. Además, comenzó a hacer muchas conexiones y varios amigos. Luego, participó en algunos campamentos presenciales, como Camp Erin. A ella le encantan los campamentos en los que participa y ha hecho muchísimos amigos (y siempre quiere regresar). Lo que yo encuentro reconfortante es que en esos campamentos me informan, de una manera u otra, cómo le ha ido a mi hija o cómo lo ha pasado. Me tranquiliza saber que ella comparte mucho y participa activamente en sobrellevar el trauma, aunque en casa no quiera hablar mucho del tema conmigo. También he aprendido que es normal, para su edad, no querer hablar del tema conmigo como su mamá, pero sí con sus compañeros. Y, realmente, no me importa con quién hable, siempre que lo haga en un espacio seguro, con personas seguras.
No obstante, no todos los jóvenes ni las personas en duelo tienen la posibilidad de asistir a un campamento o encontrar un grupo terapéutico. Hay otras estrategias que pueden ayudar a sobrellevar el dolor adicional que conlleva una pérdida sin despedida, incluidas algunas utilizadas en los campamentos. (Una consejera me dijo una vez que estas técnicas también sirven para sobrellevar otras pérdidas, como una separación, un divorcio o una mudanza inesperada).
- Escribirle una carta a la persona perdida, expresando todos los sentimientos —los buenos y los malos—, y luego firmarla y quemarla o enterrarla.
- Escribir todas las emociones y pensamientos que se quieren soltar en un plato cerámico con marcador permanente y luego romperlo contra una pared (con cuidado y precaución).
- Buscar una actividad física en la que se pueda participar varias veces a la semana (no tiene que ser oficial; puede ser un club vecinal o salir a correr).
- Hacer voluntariado en memoria u honor de la persona.
- Donar algo (como cabello, sangre, alimentos enlatados, etc.) para ayudar a los demás.
- Puede leer cualquiera de estos libros sugeridos sobre el duelo para jóvenes que han sufrido dolor.
Además de tomar acciones físicas para poder pasar página, es importante recordar que la persona en duelo no es responsable de manejar las emociones o reacciones de los demás con respecto a la pérdida. Lo que quiero decir es que, cuando alguien pierde a un ser querido, esa pérdida forma parte de su propia historia, de su propia verdad. El/la sobreviviente no puede cambiar el hecho ni las circunstancias de la muerte. Si quiere compartir sus emociones, su experiencia o su historia, tiene todo el derecho. Cómo esa información afecta a los demás no es su responsabilidad.
¿Por qué menciono esto?
Lo menciono porque, en mi experiencia, cuando una muerte es estigmatizada o controversial, los sobrevivientes a veces consuelan a los demás, aunque son ellos quienes más necesitan consuelo. Otras veces reciben muchas preguntas inapropiadas sobre las circunstancias del fallecimiento. Por eso, antes del velorio de mi exesposo, tuve una conversación muy franca con mi hija, liberándola de cualquier obligación de hablar o evitar el tema del suicidio. Le dije:
“No eres responsable de las emociones o reacciones de las personas en el velorio o en el funeral. Era tu papá y es tu experiencia. Puedes hablar del tema tanto o tan poco como quieras. No te preocupes por los demás y nunca sientas vergüenza de tu papá ni de cómo murió. Tampoco eres responsable por sus decisiones. Nunca evites el tema por los demás, pero tampoco te sientas obligada a hablarlo. Si en algún momento te sientes incómoda, puedes decir simplemente que es un asunto personal y que hablarás cuando estés lista.”
Según los consejeros de los grupos y campamentos, esas palabras le resonaron profundamente a mi hija y la empoderaron para hablar del tema con facilidad, gracia y resiliencia. Habla del tema como si hablara del clima. No le teme ni al suicidio ni a las reacciones ajenas. Sabe que no puede cambiar lo ocurrido ni controlar a los demás. Pero sí puede controlar cómo se presenta y cómo reacciona. Sabe que no es su responsabilidad cargar con los sentimientos de otros, y eso le permite compartir su historia y sus emociones con autenticidad. Ser sincera le ha ayudado a sobrellevar el duelo y avanzar emocionalmente.
Mi opinión es que cada situación y cada sobreviviente son únicos. Equiparnos con herramientas para enfrentar el duelo y reflexionar sobre él nos ayuda a liberar la negatividad y las emociones abrumadoras que nos invaden. Ser sinceros y honestos con nosotros mismos nos da la mejor oportunidad de sanar. Además, la honestidad puede guiarnos a encontrar personas que están recorriendo un camino similar, para que no nos sintamos solos, porque no lo estamos. Cuidadores y afligidos: Estamos en esto juntos.
Para más información y recursos:
- Visita La maestra de duelo. Para ser una luz en medio de la oscuridad de alguien más, considera compartir esta publicación.
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